Ok, vamos a Perisur ¿Aunque haya un chinguero de pendejos caminando, perdón, gente? Sí, debo comprar eso aretes de marca judía. Ok, ok. Mira, la gordita parece que va a salir. En el estacionamiento cubierto, la vida no es como uno la piensa… (ni en un banco). Un cabrón, de esos señores cincuentones con esposa rubia de esas treintonas a bordo de lo que viene siendo un Transam, aprovecha tu educada, fina, y acaso por ello, lenta maniobra lenta de meter lentamente y sacar igual el cloch para acercarte al lugar que la gordita dejará lentamente. Se mete en sentido contrario, se malmete al lugar. Apaga, cierra, camina, no te ve. Pero ah, qué la chingada. Tras un par de segundos en los que atónito observabas tal injusticia cochera, lo encaras desde tu volante. Estaba yo esperando el lugar y usted se metió en sentido contrario para ganarme. Ni modo, mano (ajá, ochentero) tengo prisa. Sea civilizado. Oiga. Se va. Se va. Se fue. Puto coraje, putísima madre. No’más porque seguro y trae fusca el cara de judaenlebarón ese. Pero va a ver. Te relajas. Esperas a que acabe tu rola. Anda, date la vuelta y ya no hagas coraje, por eso trae un Transam, ya, relájate y vamos por mis aretes. Ajá… ni madres y te le plantas perpendicular atrás. Chau. Yo no tengo prisa así que él puede esperar. Te va a pegar al salir. No, no se atreve. Vamos por los aretes.
Cuánta gente, qué bruto, y es enero, ya pasó lo de la navidá. La tía, su sobrina la Chapis, la nena, la mamá, el papá, el sobrino camisadeláguile, el cuñado y la Tatis, todos, como barrera de tiro de castigo, pero móvil. Ocupan todo el pasillo, con sus vaivenes, -tampoco son una hilera romana-. Mmm, agh ¿qué te pasa?, supera lo del coche. Nada, estos creen que vienen en la Alameda (frase que le has robado a tu padre). Bueno, si es así, no están mal, esto es para pasear. Sí, pero, bloquear todo el paso... Ven. La jalas, brusco, acéptalo, luego le pides perdón. Uf, qué inconscientes ¿Dónde es la tienda esa? Atrás, del otro lado ¿Por qué no me dices? Por que estaba paseando, viendo. Te sientes único, el único idiota que se enoja por todo. Aunque lo que pasa es que estás deseando que el don aquel esté mentando madres por no poder salir. Entras. Buscas aretes en el aparador. Ella pregunta por aretes. Acá están, sí, espera. Pero son estos ¿Oiga no tiene de esos azulitos con zafiro y que son como morados? Mmm, no, señorita. Acá están. Ajá. Déjeme ver. Acá están, son estos ¿Cuáles? Estos. Ah, sí. Mire, señorita, son estos. Ojalá y esté mentando madres el cabrón ese ¿Cuánto cuestan? Tanto. Uy, qué caros, en el centro están baratos. Sí, pero en el centro no hay estacionamiento con señor en Transam. Compra. No. Yo los pago, no iré al centro. No. Que sí. No, no me urgen ¿No? No. Sólo la risa te queda.
¿Qué traes? Nada. Ok. Vamos a Mixup, quiero ver si está el nuevo de Goldfrapp. Ok. Oiga, ¿tiene el nuevo de Goldfrapp? Mmm, ¿qué música tocan? Como siempre los ponen en alternativo, le dices que alternativa, aunque a bien, bien, no sepas qué carajos tocan. Las etiquetas musicales nuevas te cagan, claro, porque quién va a odiar la etiqueta de “blues” o “ranchera”. Encuentra el “Supernatural”. No, este no es el nuevo. Es el que nos llegó. Sí, pero hay uno nuevo. No, amigo, no lo tengo. Oye, tienes el nuevo de Sabina. Oye, tengo un prestigio. Sí, amiga, en topten está. Claro, eso pinches discos sólo allí ¿Cuánto cuesta? Tanto. Uy, qué caro, en el centro está más barato. No le hagas al chistoso ¿En qué categoría está ese dizquepoeta urbano? No sé. Joven, ¿en dónde hay discos de este señor? En pop en español. Te da tanta risa, que ella se enoja un poco. Camina más rápido y bueno, se detiene cuando ve que no la sigues ¿Tienes el boleto, verdad?
Que esté, que esté. Que no esté, que no esté, ha de pensar ella. Y sí, ahí está con cara de muchos enemigos. Deténme esto. Ya, déjalo. A ver si te apuras. A ver si aprendes a ser más civilizado. Vas abriendo el coche, y Don Ojete se aproxima. No’más porque vienes con tu chava, si no te clavaba. Es cuando recuerdas que perro que ladra… Bajas. Bueno, cabrón, ¿qué quieres, pinche mandril? Sólo miradas que no matan. Nada, nada, te da la espalda y tú te cagas de miedo. Subes, cierras, arrancas. Silencio, mucho silencio, más silencio ¿Me das el boleto? Ya por Barranca comienzas el monólogo ¿Es natural al hombre ser estúpido? ¿o sólo intolerante? Claro, el estúpido fuiste… e intolerante tú.