15.5.08

DE ESCOTILLA PA’FUERA. Tormentos tangerina. 1. Al-arma.



Yo no sé ni quiero saber cómo se genera la maldad humana, pero sí cómo la estupidez. Y es que a diario, a diario a horas ya esperadas, uno se topa con que la realidad está llena de nosotros los estúpidos. Hay veces en las que la realidad lo zancadilla a uno. Allá va uno, con cara este es un día normal, todo bien, tranqui, a gusto ¡zas! La puta realidad metiendo su patota en forma de micro, señora, perro, niño, burócrata, jefa, y hasta de uno mismo.

Pasa que a la menor provocación y a traición la estupidez brota inmarcesible cacto trepando a nuestros pies, por lo menos en mi realidad defeña. De pronto, de la nada, los cielos se abren, y cuasi tocado por la mano del bueno de dios, a un adulto se le ocurre hacer sonar una alarma antiincendio en un edificio de 23 pisos. La sirena loca busca su Ulises y nada, nada, wiuwiuwiuwiuwiuwiwuwiuuuu…, suena y otra vez nada. No humo (claro, los putos edificios libres de humo), no chispas no fuego, na-da. Y la gente… ay, la gente: las asustadas, los mamilas, los ñoños, los que no oyen, las histéricas, las que callan la bocina con un largo shhhhh cerrado por un ashh corto. Y la bocina: “la alarma que usted escuchó no se debió a ninguna emergencia”, voz de papel lustre gris, acento chilango de esos, carnal, y dígalo 3 veces. ‘Ora que, poniéndose serio, imagino un edificio en Basora. Imagino a alarma diciendo en árabe: salgan, cabrones, ya vienen esos jijos del demonio… ¡PUM! Uf, la realidad es taaan diferente en estos días.

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