15.5.08

DE ESCOTILLA PA’FUERA. Tormentos tangerina. 7. Zigzag a 70


Siempre hay alguien a quién darle algo. Al mesero, a ese abnegado ser que con amor desinteresado busca tu bien etílico, le das 200. 50 de los tabiques y déjalo así. Me llamo Yolando, tendré el placer de atenderles. La mesa formada por 9 comensales, 7 de ellos veinteañeros, 4 chicas. Sabes que tienes el mando de la noche. Yolando, yo sólo le pego al tinto, así que, ya sabe, ¿no? Sí, mi jefe. Perfecto, cubierta la noche, pues. Jefe, le sirvo. Jefe, acá le dejo. Jefe esto, lotro. Así, pasas la noche, entre el rocanrol con Z, la cumbia, salsa, el canto, entre todo, tu copa, la copa. Esto será rápido. Desde las 3 de la tarde las tellas del tinto se tambaleaban. Ya es casi medianoche y dices (te dices, le dices), esa copa y no más. Claro, después de 8 horas, es lógico (ilógico) que el último bastión de esa mesa seas tú. Vámonos, la Z se preocupa. Sí, seguro que puedo manejar. Bueno, confío en ti. Y así llega el vertiginio semilento. En pocas andadas has ido a 70 en la carretera. Un malestar, un sueño, la borrachera, la frescura de la noche cuernavacuna, todo te marea, pero intentas relajarte. Rachid Taha te aprieta la conciencia y no cedes, sigues, no te sales, las rectas perfectas, las curvas no. Las curvas no. Recuerdas el estrés de manejar de noche, la tensión, el dolor de cuello… uf, suéltate, suéltate. Pero la misión que decidiste aceptar indica que concluyas los 22 km que te programaste. Todo se mueve, soportas. Respiras, exhalas. No se ve nada, sólo lo que necesitas. Confías demasiado en ese auto, casi lo crees vivo, que él sabrá cómo llevarte (pero no es un caballo con memoria). Llegas. Te duermes. Todo bien, Z enojada. Yolando bebiendo tu propina y seguro riendo. Tú… estúpido.

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