Tumbo y polvo
Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Yo soy el latido vivo que marca las horas,
la barca equidistante al murmullo persa de un astrolabio,
segadora de estrellas.
Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte.
Tú que navegas, navégame circundante, no naufragues, navégame circundante.
Tú que llevas las orejas de fuera, fíjate a ver si no oyes ladrar los perros.
Entrecortado, llega un hilo de viento, sube, ladra, recoge sus puntos de polvo, y se eleva interminablemente por entre tus pestañas, y ya no ves nunca más nada.
Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. Tú que puedes hacerlo desde allá arriba, porque yo me siento sordo.
Mira a ver, corre a andar:
desde tu punto,
todo el mundo es ciego,
y todo el mundo es tunco.
Todo el mundo es tuyo
como la humedad del agua
y como el humo del fuego.
Textos en itálica de Manuel Maples Arce, Juan Rulfo, Ana Lucía Fuentes y Sor Juana Inés de la Cruz.
Foto: http://www.flickr.com/photos/8261045@N03/3743576387/
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