8.12.08

SUBDECLARACIÓN VII



Es común que encuentre paz en los óleos del océanos, esos que hacen las ballenas cuando escarban sus narices fauces en el fondo del ombligo del mar; de ahí emergen tinturas extraordinarias hedientas a mal humor ballenario. Desde mi camarote, se retoza al ritmo de abisales, anémonas y corales.

Cada 8 horas hallo infinita tristeza en este profundo encierro. He llorado peces, rocas, y muchas canciones cuando duermo. Le digo a la tripulación que no desespere, que ya acabará el tormento, que se cubran del frío y que bajen al cuarto de máquinas a fumar y a beber. Mientras, yo no importo. No sé cuándo he de ver el sol, la medianoche o a mi Zeta.

(Sueño también con un gran juego de béisbol en el mar adentro. La dignidad también puede navegar).