Buena hora en la que me asaltas
-Llegando-
Tres, tres, tres, haces pum, pum, pum.
Ya respiras. Palmeas y tum, tum, tum
y mi corazón se derrumba también.
Ya tiemblo: vuelo imposible por tu columna hasta adivinar la estela que te protege, tu primer cerco opresor se comporta suave, ligero, aguamala aguabuena. Ya nos viste, no te creo.
Entonces me largo en un intenso llanto conmigo, contigo.
Entra el frío y te abrazo, quiero abrir caminos, tumbar polos y cubrirte manto.
-Darío-
La muerte se muere
y se me viene el espanto,
porque hoy es tu día,
en el que nazco;
muere la muerte de mis letras,
y huye el olvido,
la desolación y el hedor a soledad que me ha traído.
Muere la muerte, nace este, mi hijo.
-Marina-
Desde la mar en calma a estos pies y estas huellas llegas, salada y arena, oleaje y espuma.
Eres hueco, esperanza entreola, paz y arrebato de colores miles, aguas, algas y monstruos tuyos, todos.
Abro la boca para tragarte, entera, Marina desde la cuna, Marina desde los mares enteros. En estas manos cabes toda, entera del océano, capa medusa de mi universo.